¡¡¡El día mundial de la felicidad!!!

Queridos lectores:

Hoy es un día como otro cualquiera. Lo que lo haga especial dependerá de ustedes mismos. Pero les propongo que reflexionen conmigo acerca del hecho de que hoy, precisamente hoy, las Naciones Unidas han declarado  a este día como el “Día de la Felicidad”.

Siempre me ha parecido algo “chirriante” o chocante el que haya que declarar un día especial para que la gente caiga en la cuenta de lo importante que son determinados temas. Si tuviéramos mayor consciencia de quiénes somos y a qué hemos venido a este mundo, seguro que consideraríamos innecesario dedicar días especiales a temas tales como la mujer, la infancia, el hambre, la mujer trabajadora, el día de la madre, del padre, de los mayores o, como en el día de hoy, la felicidad.

El Día Internacional de la Felicidad se celebra hoy miércoles 20 de marzo por primera vez, tras haber sido aprobada su conmemoración por la Asamblea General de la ONU, el pasado mes de junio de 2012, después de que el primer ministro de Bután, Jigme Thinley, solicitara su celebración.

El reconocimiento de esta celebración por la ONU se produjo después de que Bután señalará «la búsqueda de la felicidad como un objetivo humano fundamental». De esta forma, Naciones Unidas ha animado a los Estados Miembros a promover «políticas públicas que incluyan la importancia de la felicidad y el bienestar en su apuesta por el desarrollo», al tiempo que ha solicitado que celebren este día «de manera apropiada, incluyendo actividades de educación y de toma de conciencia del público».

      Bután, considerado como el país más feliz de Asia y el octavo del mundo, según Business Week, plantea un desafío económico basado en el “Índice de la Felicidad Nacional Bruta” y no en el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB). Además, ha indicado que «la felicidad en Bután es prácticamente un mandato constitucional, que se basa en los pilares de un desarrollo socioeconómico sostenible y equitativo; la preservación y promoción de la cultura; la conservación del medio ambiente; y el buen gobierno». Por ello, Thinley aseguró que “la felicidad es una meta a perseguir, muy positiva para Bután, porque gracias a ella el país podrá conseguir la paz, estabilidad y la cooperación global».

Hasta ahí, dentro de lo ya comentado, todo me parecería relativamente normal. Pero lo que más me sorprende (y no gratamente) es que el ya famoso conocido “Instituto Coca-Cola de la Felicidad” se vaya anunciando diciendo que se sumará a la primera conmemoración de este día con el objetivo de «aumentar la felicidad de cada individuo y de los que le rodean» uniéndose así al deseo de Bután y de las  Naciones Unidas.

Ya comenté en una ocasión mi opinión sobre este instituto y el uso que hace de la felicidad. Si tanto se preocupan de este tema, ¿por qué no se ocupan de proveer de algo tan importante y vital para la felicidad de las personas como es su salud? Porque lo primero que deberían hacer es ofrecer la verdad acerca de sus productos, de cómo acidifican el organismo provocando problemas serios para la salud si consumen una dosis de sus bebidas más allá de lo razonable. Y no vale que me digan que el problema se lo crea uno mismo si no sabe regular la cantidad a tomar, porque con ese criterio, podríamos dejar los medicamentos al alcance de cualquiera diciendo que se regulen ellos mismos sobre qué tomar y su cantidad adecuada.

Porque,  ¿cuántas personas saben la verdad de lo que provoca la famosa bebida? Busquen en internet u ocúpense de su salud, viendo cómo los señores de la Coca-cola hacen felices a las personas ofreciéndoles unos productos que nada de salud reportan a quienes los consumen, pero sí grandes beneficios a la compañía.

Por eso me da mal “rollo” que con su gran poder económico sean capaces de montarse grandes eventos con gente famosa, importante y a las que les pagan un montón de dinero para que se hagan la foto con los de la Coca-Cola, haciendo que la gente asocie mentalmente su producto con la felicidad.

Vienen a mi mente infinidad de anuncios de los que tiempo atrás en la televisión se hacían del alcohol y el tabaco, donde se hacía exactamente lo mismo, provocando en las personas un consumo de esos productos porque venían asociados a pensamientos e ideas (trabajaban las “creencias”, erróneas por supuesto y manipuladas) de que les harían más hombres, más felices, disfrutar más de la vida, tener más energía, tener más éxito social y tantas cosas a las que, gracias a Dios, el sentido común de las personas y los numerosos resultados de las investigaciones, acabaron obligando a que se retiraran dichos anuncios publicitarios.

¿Llegará algún día en el que se hará lo mismo cada vez que se demuestre que algún producto no es recomendable para la salud? ¿Llegará ese día donde los anuncios sean verdaderos consejos serios para que las personas mejoren su salud y su bienestar?

Para ese cambio se requiere un nivel de consciencia individual que, si bien va creciendo cada día más, todavía está alejado de lo deseable. Porque la realidad es que la compañía Coca-Cola disfruta del 20 por ciento de los más de 66 millones de entradas registradas en Google relacionadas con el término «felicidad». Y, para seguir bien posicionada, ha indicado que con motivo de este día enviará diferentes mensajes de felicidad a través de las redes sociales y realizará acciones especiales para los empleados de Coca-Cola. Más muestras del poder del dinero.

¿Cómo contrarrestar tal poder? se preguntarán. Pues, simplemente, tomando conciencia de lo que suponen sus productos y dejando de tomarlos. Recordemos que sólo la verdad nos harás libres. Busquemos la verdad y empecemos a ser libres responsablemente. Pues sólo la libertad responsable es la que nos hará tomar decisiones correctas que vayan a mejorar nuestro bienestar y el de los demás.

Entiendo que no es fácil. Sobre todo cuando ves que hasta el propio impulsor de esta iniciativa y primer ministro de Bután, Jigme Thinley participó en el I Congreso de la Felicidad organizado por el Instituto Coca-Cola en España en 2011. Allí afirmaba que «no se puede ser realmente feliz a menos que las personas que te rodean sean felices».  Imagino que el primer ministro tendrá claro que, según muchos estudios realizados, la primera cosa que nos hace sentirnos felices es sentir que gozamos de buena salud, así como ver también sanas a las personas que queremos. ¿Y eso nos lo da la Coca-Cola?

Con gratitud