Vengo leyendo desde hace un tiempo los resultados de encuestas acerca de qué países de nuestro Planeta son los más felices.
El estudio mundial realizado por WIN-Gallup International Association, la mayor red independiente de encuestadores de opinión, en 54 países, con más de 55.817 hombres y mujeres que abarcan una amplia mayoría de la población mundial se ha llevado a cabo desde 1977. La encuesta de fin de Año es una de las tradiciones más antiguas de la asociación. Los resultados parecen transmitir un mensaje optimista de que el pesimismo económico está amainando en todo el mundo y que la esperanza de una recuperación económica ha aumentado del 2% al 7%.
La esperanza económica general ha mejorado considerablemente. El pesimismo sobre la economía parece estar remitiendo en América del Norte y la esperanza económica está resurgiendo en la India y China. Sin embargo, Europa Occidental sigue siendo un reto con un temor ligeramente más pesimista sobre el futuro de su economía. Hoy en día vivimos en un mundo interdependiente y un pulso de esperanza en cualquier parte del mundo es un mensaje de esperanza para todos.
A pesar de los diferentes puntos de vista sobre la economía, la mayor parte del mundo se siente feliz con su vida. La pregunta decía así: «En lo que a usted se refiere, ¿personalmente se siente feliz, infeliz o ni feliz, ni infeliz en su vida?» En respuesta a la pregunta el 53% dijo que se sentían felices, 13% dijeron que se sentían infelices, el 32% no se sentía ni de una forma ni de otra y el 2% restante no respondió. El Barómetro Global de la Esperanza y Felicidad muestra que un gran número de personas se niegan a ver de manera sombría su futuro económico a pesar de su mala visión sobre las perspectivas económicas de su país.
Entre los 61 países encuestados ante la pregunta “comparado este año, en su opinión, ¿será el próximo un año de prosperidad económica, dificultades económicas o permanecerá igual? Las respuestas en España en el año 2010 dieron una visión negativa de -35, en el 2011 de -47, y en el 2012 de -59. Para consolarnos (si queremos) podemos pensar que fuimos superados en el 2012 mundialmente por países que lo veían peor todavía que nosotros, como Portugal (-85), Francia (-67), Líbano (-66), Bélgica (-64) y Georgia (-63). Curioso ¿verdad?
Ante estas encuestas suelen haber reacciones de diversos tipos. Una de las que he leído recientemente la del antropólogo Fabián Sanabria de Colombia, que se pregunta, como es lógico, si es felicidad o conformismo lo que realmente han medido estas encuestas, a la vista de los problemas que apunta existen las ciudades colombianas consideradas entre las más felices del mundo. Aseguró que si se obtuvo este resultado es porque la gente tiende a ser muy conformista y a no preocuparse por los grandes problemas del diario vivir, como las inundaciones en Barranquilla o las basuras en Bogotá.
Lo que no explican las encuestas es cuál ha sido la metodología seguida, porque ya el mismo antropólogo Fabián Sanabria apunta que es un estudio que metodológicamente no está bien hecho y del cual no se puede sacar la conclusión de que no hay un país igual de alegre que Colombia.
Pero a mí me gustaría añadir alguna reflexión más al respecto. Porque cuando se hacen estas encuestas no se explica cuáles son los verdaderos motivos por los que se preguntan los de la Win-Gallup International sobre cómo está eso de la Felicidad y la Esperanza en la Economía. Y, si bien creo que saberlo lo saben (son profesionales) no tengo tan claro qué les mueve a tan noble objetivo.
¿Creen ustedes que están preocupados por saber qué entiende la gente por felicidad y esperanza en la economía? ¿Se han planteado las diferencias culturales tan grandes que existen en cada uno de los países para entender lo que cada uno atribuye a esos conceptos? ¿Pueden comparar las peras que se cultivan en América Latina con las que hacen en Lérida, por ejemplo? ¿O las patatas de Francia con las de la huerta de mi vecino en Valencia? ¿Y si hablamos de los tomates que se producen en diferentes partes de nuestro planeta? De acuerdo, son peras, patatas y tomates. Pero ¿acaso no existen diferencias?. Pues claro que sí. Y si es así, cómo no lo va a ser con los conceptos de felicidad y esperanza en la economía.
Parece mentira que lancen unos resultados como éstos y se queden tan tranquilos. ¿Cuál es el concepto de felicidad y esperanza económica que tiene un niño de África que apenas tiene agua para beber y comida que llevarse a la boca? La respuesta la tienen fácil. Y ¿cuál es el concepto de felicidad y esperanza para quien no tiene trabajo en España y apenas puede pasar la familia con la pensión que recibe?
No sólo son las anteriores cuestiones aspectos importantes a tener en cuenta, sino también las que se derivan de la manera en que las personas, en igualdad de condiciones, entendemos la felicidad y la esperanza en la economía. Porque habrá quienes sentirán que su vida es dichosa y feliz por mantenerse sanos, en paz y en armonía con el Universo y que sus esperanzas en la economía pasan por obtener un trabajo digno que les permita atender sus necesidades básicas. Y habrá quienes no se sentirán felices si no tienen cumplidos todos sus caprichos y deseos, al igual que su esperanza en la economía no estará satisfecha si su cuenta bancaria no la tienen repleta de dinero (y mejor en algún paraíso fiscal).
Esto de las encuestas y las estadísticas nunca deja de sorprenderme. Se acuerdan de aquella reflexión que dijo un experto: “si somos 2 personas y hay 4 jamones a repartir tocamos a 2 cada uno”. Y ahí queda la cosa. Pero no se preguntan si el que tiene que repartir los jamones decide comérselos todos él y no dar ninguno al otro. O si se habló de jamones virtuales y al final nadie se comió nada. O que se los llevó Hacienda y se quedaron sin probar bocado. Todo es posible.
En fin, ustedes mismos