Es curioso (¿o es causal?) que hayan sido mis dos quiebras económicas y mis dos divorcios los que me hayan permitido descubrir mis dos grandes pasiones: hablar y cantar. De ello hablo más en mi libro que en breve saldrá publicado. Ahora voy a poneros de manifiesto un poco de ambas. Bueno, más de cantar.
Si hoy me siento más feliz que ayer, pero menos que mañana, no es por casualidad, sino por causalidad. Todo cuanto hacemos tiene sus consecuencias. Todo. Lo repito: TODO. Puede que las consecuencias no aparezcan en el justo momento de nuestros actos, pero pronto o tarde aparecen. Y las que más pronto aparecen son las consecuencias derivadas de nuestros pensamientos y nuestras emociones.
Se suele afirmar que existen unas Leyes en la Naturaleza que se aplican a todo en el mundo natural y es imposible escaparse de ellas. El hombre es parte de la naturaleza y, consecuentemente, las acciones de todos y las circunstancias están entrelazadas tanto con la naturaleza como con todo lo que la gobierna. Una de estas Leyes, si no la más importante, es la de “Causa y Efecto”: nada ocurre por azar y, para cada efecto, hay una causa asociada a ella.
La felicidad (o la infelicidad) nunca llega por accidente, siempre es un flujo de efectos y causas. Cada pensamiento y acción tiene efectos específicos y medibles, así que para obtener los mismos resultados que han obtenido las personas felices, debemos preguntarnos cuáles han sido sus pensamientos y sus acciones que han motivado ese estado de felicidad. Por otra parte, nos habla de la importancia de “controlar” nuestra mente para lograr así un mayor bienestar general, ya que las personas felices y exitosas no sólo controlan sus vidas sino también sus pensamientos acerca de ellas; los grandes pensamientos son el punto de partida para los grandes logros.
No debemos olvidar que muchas personas creen más en la Ley del Accidente, es decir, que la vida es azar y que todo ocurre por accidente. Pero esta ley nos impide ejercer la Ley del Control que es la que nos va a permitir alcanzar la felicidad. Para librarse de la ley del accidente, debemos establecer metas y tratar de alcanzarlas y veremos cómo en poco tiempo comenzaremos a sentirnos mucho mejor, pues observaremos y sentiremos que somos los artífices de nuestro propio destino a través de ejercer el control de nuestros pensamientos.
La aplicación más importante de la de la Causalidad viene del hecho de considerar al ser humano como un ser “mental”. Normalmente pensamos que son las casualidades de la vida las que nos condicionan y determinan nuestros resultados. Y no nos paramos a pensar que somos nosotros, con nuestros pensamientos y nuestras acciones quienes nos convertimos en causa de todo cuanto nos ocurre y, en otros casos, son los efectos que permitimos que ciertas causas provoquen en nosotros, los que a su vez, se convierten en causas de otros efectos.
Como digo en mi canción “La Causalidad”: “todo cuanto nos ocurre tiene su significado. Aprender a interpretarlo es lo que más nos va a costar. Cuanto antes encontremos esa llave del secreto, más pronto el tesoro abrimos de la felicidad”.
Es muy importante considerar a esta Ley como la que mejor explica cómo lograr la Felicidad. Ya que si consideramos todos los principios que son necesarios para alcanzarla, vemos que todos ellos aplican el principio de la causalidad para hacer posible la felicidad. Es decir, si tal causa o principio está presente, el efecto será una mayor felicidad. Si me conozco bien a mi mismo (causa), si desarrollo el AMOR en todo cuanto veo y siento (causa), si siento que progreso en mi vida (causa), si atraigo lo que soy más que lo que deseo (causa), si creo firmemente que soy feliz (causa), si cuido mi mente y mi cuerpo (causas), si mantengo en equilibrio las áreas fundamentales de la Rueda de la Vida (causas), si vivo cada día como si fuese el último día de mi vida (causa), si persisto en cumplir los principios de la felicidad (causa), el efecto que obtendré será, inequívocamente, la FELICIDAD. No puede haber otro resultado, ya que por la ley de causa y efecto, se cumplirán las predicciones.
Os ofrezco mi canción titulada “La Causalidad”. Esta canción la compuse en casa del que era mi amigo y luego me traicionó administrando mis bienes en su propio beneficio y robándome. Claro, que en aquél momento no me podía imaginar nada de lo que iba a ocurrir. Pero esta canción, sin saberlo en aquél momento, iba a servirme para comprender más tarde algo sobre lo ocurrido, porque todo cuanto nos ocurre es por algo y para algo. Lo difícil es soportar el daño o el precio a pagar por el proceso de aprendizaje mientras la lección no la puedes comprender. Pero con paciencia y perseverancia, la lección llega y con ella la comprensión y la paz.
Os deseo las mejores causas para vuestros mejores resultados.
Con gratitud