La Felicidad se construye como lo hacen las arañas (Parte I)

Me encanta la foto que mi amigo Xavier Socha hizo en su día a esta preciosa araña con su telaraña. Y, como os podéis imaginar, vinieron a mi mente cantidad de sensaciones e ideas relacionadas con la misma. Porque al verla, empecé a imaginarme todo lo que ella puede representar en nuestras vidas si somos capaces de hacer las lecturas adecuadas. Como todo en la vida podemos verlo desde diferentes posiciones perceptuales, o dicho en otros términos: podemos ver la imagen desde la posición de la araña que ha tejido su delicada pero mortífera trampa; o verla desde la posición de quien, no tomando conciencia de la misma y de su existencia, va a ser el objetivo de la trampa; o desde una tercera posición, la del observador,  desde la cual podemos analizar toda esta situación viendo cuanto ocurre, tomando nota del proceso y sacando nuestra propias conclusiones al respecto.

Os invito a que me sigáis en las diferentes posiciones perceptuales y que saquemos nuestras conclusiones para nuestra vida.

En el primer caso, desde el punto de vista de la araña, es de reconocer el laborioso trabajo que realiza, tomándose todo el tiempo necesario, para elaborar meticulosamente todo lo que va a significar la puesta en marcha de su escenario vivencial, porque le va en ello lograr el objetivo que tanto anhela para su subsistencia: el alimento. Es de admirar la dedicación que toma para preparar todo lo necesario, invirtiendo tiempo, esfuerzo y energía, de una forma premeditada, estudiada, detallada en cada uno de los pasos del proceso de construcción de su trampa para que todo esté en perfectas condiciones y nada falle en el momento justo. Y lo hace con la fe y la convicción de que obtendrá su resultado. Cuántas veces hemos visto que la telaraña se rompe por el viento, o algo la destruye sin conseguir su objetivo. Pero, de una forma pertinaz, obstinada y obsesiva, vuelve a construirla de nuevo sin dejar de perder un minuto para que las oportunidades de obtener su preciada presa no se le escapen.

Si aplicáramos en nuestra vida actitudes similares seguro que las cosas nos irían mucho mejor. Primero porque cuando queremos alcanzar algún objetivo en nuestra vida que consideramos que es de vital importancia para nosotros, no solemos poner tanta planificación, tanta organización, diseño de todo lo necesario para lograrlo sin dejar los más mínimos detalles a la improvisación, ni tanto empeño, constancia y hasta obstinación en lo que deseamos intensamente. Porque esas cualidades que he mencionado son las que necesitamos en momentos de nuestra vida en los que debemos construir la estructura de nuestro sueño o deseo para poder alcanzarlo sin la más mínima duda.

Y, ¿qué pasa si las circunstancias imprevistas destruyen la telaraña que tan laboriosamente hemos construido? ¿Qué pasa si el viento, la lluvia, u otro animal mucho más grande destruyen todo lo que la araña había hecho? ¿Qué pasa en nuestro caso si el entorno turbulento como el que hemos vivido y seguimos viviendo acaban con nuestro sueño? ¿Hacemos como la araña que sin pérdida de tiempo vuelve a construir otra telaraña? ¿O, cuando se nos ha roto la estructura que habíamos construido para vivir nuestra vida entorno a la seguridad que nos daba saber que todo lo teníamos “atado” y dispuesto para disfrutar de lo conseguido nos hundimos sin fuerzas para empezar de nuevo?

Siempre hay circunstancias que no controlamos, por mucho que nos empeñemos en ello. Pero siempre podemos controlar nuestra energía y nuestros pensamientos para poder empezar de nuevo, aunque nos cueste muchísimo, y volver a construir cuanto necesitamos para recuperar nuestra sensación de control y nuestra estabilidad en la vida. Si nos resulta pesado intentarlo de nuevo, imaginemos que somos como arañas que si no volvemos a construir nuestra “estructura” de vida, nos perderemos montones de oportunidades e, incluso, la vida misma con todo lo que ella nos pueda volver a ofrecer, que siempre serán sorpresas que vale la pena descubrir.

Hablaremos de las otras posiciones perceptuales en los siguientes artículos.