Sobre el ayuno y otras cuestiones

Hace tiempo que no escribo en mi blog. Es como olvidarse de hacer aquellas cosas que sabemos nos convienen y no obstante las dejamos de hacer por razones que sabemos son sólo excusas. Porque siempre encontramos excusas para justificar lo que no queremos hacer porque supone un esfuerzo para vencer la inercia de la comodidad, la rutina o una cierta dejadez o abandono.

Pero cuando hemos aprendido que lo que nos conviene no debemos dejar de hacerlo, se disparan en nuestro interior mecanismos que nos alertan de que no tenemos que descuidarnos, de que debemos estar alertas. Como cuando Jesucristo les decía a sus discípulos en el huerto de los olivos, conocedor de que se acercaba su hora de mayor sufrimiento, las famosas palabras de “velad y orad para no caer en tentación”.

¿Por qué dejamos de hacer aquello que hemos aprendido que es lo mejor para nosotros, lo que nos ayuda a seguir creciendo, a sentir que es el mejor camino para seguir contribuyendo a nuestro desarrollo personal y al de los que nos rodean? Sólo encuentro la respuesta al considerar la propia naturaleza humana, al analizar que estamos hechos de cuerpo, mente, alma y espíritu. Y no voy a entrar en aclaraciones de si la diferenciación hecha es correcta en su totalidad, porque quiero centrarme la parte que se refiere a nuestra consideración humana. La parte física, la material, la referida a nuestro cuerpo y sus necesidades, junto con la mente responsable de los procesos generadores de pensamientos.

Estoy ayunando desde la noche de reyes en que comí por última vez, tomando exclusivamente líquidos (agua con limón, te con miel y algún café, pero siempre con bastante agua alcalina). Espero terminar hoy mi tercer día de ayuno. Es algo que aconsejo a quienes me leen de que lo hagan periódicamente. Que se documenten, que decidan hacer el sistema que mejor les vaya, pero que recurran al ayuno como una forma de “limpiar” el cuerpo, pero también la mente.

Es curioso que en la historia de la humanidad nos hemos encontrado a numerosos líderes, pensadores y grandes profetas (Buda y Jesucristo como los más documentados) que no iniciaron su predicación hasta haber ayunado un período considerable de días. La razón sólo se puede comprender cuando realizas estos ayunos. Todos te dicen que el cuerpo se libera de toxinas, se limpia y que la mente empieza a ver las cosas con más claridad llegando incluso a afirmarse que se pueden tener hasta “alucinaciones”. Eso siempre me ha chocado, porque ¿acaso muchas de las llamadas alucinaciones no son como visiones que se llegan a tener a través de estados alterados de conciencia provocados por la ingesta de drogas u otro tipo de alucinógenos? Y si es así, y llegamos a tomar conciencia de cosas que se nos revelan en esos estados, ¿porqué si el ayuno puede provocar efectos similares de una manera totalmente natural no recurrimos a él para “ver” ciertas cosas con más claridad? Sobre todo porque los efectos secundarios son totalmente beneficiosos para nuestra salud.

¿Me pregunto si no será que el tipo de alimentación, por la cantidad y el exceso en el que caemos (dado el placer que en muchos casos comporta), junto con la manipulación a la que muchos de los alimentos que tomamos se han sometido, no nos hacen caer en un estado de aletargamiento, de somnoliencia cognoscitiva, de estupidez incluso, buscada o provocada inconscientemente por esta sociedad con la finalidad de que no descubramos realidades más elevadas, más trascendentes que nos harían actuar en este planeta de manera más diferente y positiva?

Ya hay bastante escrito sobre el hecho de la manipulación genética a la que se someten muchos alimentos cultivados hasta ahora libremente en nuestro planeta, (al igual que el control cada vez mayor sobre plantas medicinales y remedios naturales) por la gran industria farmacéutica, con la única finalidad de “controlar” lo que por otra parte es patrimonio exclusivo de la humanidad, tratando de justificar este hecho con argumentos tales como la carencia de recursos o la mejora de determinadas sustancias o productos, cuando en realidad lo único que se busca es el control de los recursos naturales por las grandes corporaciones poseedoras de los negocios más lucrativos, es decir, el negocio de la “alimentación” y de los  “productos farmacéuticos”, los cuales tienen que ver directamente con nuestra salud (dejando eso sí el otro gran negocio que es el armamentístico).

Curioso que quienes poseen el gran poder económico sean los que tienen el control de la vida (salud) y la muerte. Me horroriza pensar que somos tan fácilmente manipulables en este sentido.

Y ante esta realidad es cuando le encuentro sentido al ayuno, a la privación voluntaria durante unos días de alimentos. No sólo por el hecho de controlar el peso o la eliminación de toxinas, si no por la toma de conciencia de que puedo controlar mis impulsos más naturales, como son los de comer, y dedicar en esos días un tiempo a la reflexión y a considerar el hecho de que la única forma de luchar contra lo que no nos gusta es a través de la transformación individual, el autocontrol de nuestros más primarios impulsos, para sentir que tenemos la capacidad de regir, con nuestra mente, alma y espíritu, nuestro propio destino, más allá de lo que se nos sugiere o a lo que se nos condiciona por mecanismos manipuladores de los que apenas somos conscientes.

Y haciendo esto, además, contribuimos a una utilización más discreta y racional de los recursos alimenticios de nuestro planeta. Porque es indignante para esta humanidad pensar que haya hambre y sed en nuestro planeta cuando se derrochan tantos recursos por no administrarlos correctamente.

Sé que volveré, como otras veces he hecho después del ayuno, a comer y disfrutar de uno de mis grandes placeres que es la comida. Pero también sé, porque lo he hecho otras veces, que volveré a ayunar para tomar conciencia de mi realidad y sentir que sigo teniendo el control de mi vida a través de controlar qué y cuando comer. Y, por supuesto, qué pensar y hacer. Y esto me hace sentirme afortunado y agradecido. Como deberían sentirse también quienes no tienen esta posibilidad. Y sentirme comprometido a contribuir a mejorar desde mi posición esta realidad, al igual que os invito a que lo hagáis desde la vuestra. Y os regalo unas breves frases sobre el ayuno:

“Comer hasta enfermar y ayunar hasta sanar” (Refrán popular).

“El ayuno es el primer principio de la medicina” (Rumi).

“Ayuno para mejorar mi eficiencia física y mental” (Platón)

“Las mejores medicinas son el descanso y el ayuno”. (B. Franklin)

Con gratitud