Tony Robbins y mi Felicidad perdida

Hoy en día nos encontramos con una gran proliferación de “formadores” que venden sus “enseñanzas”, como lo hicieran en la etapa de Sócrates los sofistas, por un puñado de dinero al que mejor les pague, sin más pretensión que vivir de sus trucos o secretos, pero sin ser congruentes con lo que enseñan, pues no han hecho que su vida sea el ejemplo a transmitir, en lugar de sus conocimientos y habilidades.

Y digo formadores y no maestros, porque el formador enseña lo que “sabe”, pero el maestro enseña lo que “es”. Recuerden lo que escribí haciendo referencia a Steven Covey sobre la ética del carácter y de la personalidad. Pues eso, hoy en día se ha cultivado (y se cultiva todavía) más la personalidad que el carácter. Y así nos va.

Al principio puede resultar un poco difícil reconocer a un formador de un maestro, pero les aseguro que a poco que pongan en marcha sus “antenas”, lo percibirán y lo diferenciarán. Y también sabrán que hay maestros en determinados aspectos y otros en otros, con lo que lo importante es reconocerles y aprender de ellos lo mejor que tienen.

Pero eso sí, tómense la molestia de analizar si existe en la vida de esas personas la congruencia y el compromiso que se debe pedir a quienes han de predicar con el ejemplo. Porque cuando es así, se aprende mucho más y mejor. Y, como luego explicaré, se siente que la vitalidad y la energía llegan de una manera más limpia y profunda, produciendo los cambios que se necesitan para empezar a ser más excelente en todo cuanto nos propongamos.

Así me pasó con Anthony Robbins, al que considero un gran maestro. Y ahora entiendo por qué. Si bien siempre he podido y sabido enseñar, ha habido algo en mí que no me impulsaba a seguir mucho más adelante en este campo porque existían frenos, de los que ahora soy consciente, como mi temor de mostrarme como era realmente, con mis incongruencias y contradicciones, sabiendo que, siendo así, no podía dar lo mejor de mí porque “yo no me veía con la mejor imagen de mí mismo que podía y debía tener”. Pero ahora, sin ser en absoluto quien deseo ser todavía, siento que me encuentro por el buen camino y por eso he decidido dar un paso más allá en la dirección de mi maestría.

Recuerdo una ocasión en la que le explicaba a una persona que, si bien estaba viviendo unos momentos especialmente difíciles en cuanto a lo económico, precisamente en lo que a felicidad y paz interior se refería, me encontraba mucho mejor que en los últimos años. ¿Por qué? Pues se lo debía, en gran medida, a la apertura de mi mente y de mi corazón que se produjo al asistir a un seminario de  Anthony Robbins, “Unless the Power Within” (Libera tu Poder Interior), donde no sólo tuve el placer de escucharle personalmente en mayo del 2012 en Londres, sino de poner en marcha muchos de sus consejos, principalmente en el tema de salud.

Cuando asistí a este seminario venía arrastrando unos problemas en mi espalda que se habían convertido en crónicos, y algunas cefaleas para cuyo remedio se me remitía al neurólogo, al que evidentemente ya no he tenido que asistir. Recuerdo que había momentos que me costaba levantarme con energía de la silla para hacer los ejercicios que proponía, pues tenía que hacerlo con cuidado y tardaba en adoptar la postura corporal erguida. ¿Pueden imaginarse lo que supone que Robbins diga con energía a más de 6.000 personas que se levanten de la silla y empiecen a saltar o bailar al son de la música y que vean a uno que se levanta por fases y va poco a poco consiguiendo erguirse hasta poder moverse con cierta facilidad? Pues ése era yo.

Recuerdo que en uno de los ejercicios que proponía, debíamos responder qué era lo que más queríamos obtener como objetivo del seminario. Mi respuesta fue clara, pues mi necesidad más apremiante a mis 58 años era tener más energía y vitalidad, mejorar mi salud y poder dejar de sentirme cansado y empezar a ver cómo la energía que siempre había tenido, e incluso el buen humor, regresaban de nuevo a mí para empezar a disfrutar de la vida.

Y a todo ello me ayudó Tony Robbins. ¿Será por eso que se dice que “el maestro llega cuando el alumno está preparado”? Fui a verle gracias a una invitación de mi hija y de su madre (siempre les estaré agradecido). Y al vivir esos 4 días con la intensidad que lo hice, comprobando lo que él y su gran amigo Josep Macklendon dicen y hacen (sus vidas son congruentes y ejemplares), decidí intentar seguir sus huellas de una vez por todas.

No es fácil explicar con palabras lo que se vive en un seminario de este tipo, porque mejor que describirlo, hay que vivirlo. Por mucho que digas que 6.000 personas de más de 40 países diferentes pueden estar vibrando al mismo tiempo con las ideas que transmiten, logrando que rían, salten, bailen o lloren con los ejercicios que se les proponen, o que atraviesen caminando descalzos unos metros de brasas encendidas en el suelo, no se puede creer si no se ve y se vive.

Pero esto no es suficiente, porque la energía que se moviliza en estos eventos suele arrastrarte y te contagia y te empuja a hacer algo de lo que luego te sientes sorprendido. Esto lo conocemos y lo hemos visto también en innumerables eventos religiosos y políticos. Los líderes saben muy bien cómo mover la fe de las personas y sus recursos personales. Lo importante es que puedas observar y comprobar que esas personas están viviendo lo que dicen, están creyendo en lo que hacen y hacen que sus vidas sean mejores, ayudando también a mejorar las vidas de los demás.

Porque en el caso de Tony Robbins, que se formó en su día con los creadores de la PNL (Programación Neurolingüística), aprendió -y sigue haciéndolo- de quienes son los mejores en cualquier ámbito de la vida, modelando de ellos sus estrategias para alcanzar la excelencia y mostrando a los demás cómo pueden llegar a ser excelentes también, después de aplicarse dichas estrategias a sus propias vidas.

Por eso muestran, enseñan y practican modelos de excelencia no sólo en la manera de pensar, sino en cómo alimentarse y cuidar el cuerpo para tener mayor y mejor energía y salud. Recuerdo que, conscientes de la dificultad que para muchas personas supone iniciar cambios en sus vidas por los hábitos adquiridos y la influencia de la sociedad en la que vivimos, nos proponían iniciar un período de 10 días como mínimo en los que pusiéramos en marcha su Plan de Energía Pura. Y mejor si lo hacíamos durante 1 mes, para notar efectos considerables.

En mi caso, adquirí el compromiso en ese mismo momento de iniciarlo, porque no tenía sentido que viese y escuchase cuál era la solución para mejorar mi energía y salud y que no probase a ponerlo en práctica. ¿Qué podía perder? Nada. ¿Qué podía ganar? Mucho. Primero, demostrarme a mí mismo que realmente sigo teniendo el control de mi vida, que elijo lo que quiero y que puedo hacerlo. Y, segundo, ganar todos los beneficios que se me aseguraban a la vista de las muchas experiencias de otros. 

La cuestión es que, al regresar del seminario con Tony Robbins, empecé a cambiar mis hábitos pensando en hacer al menos 10 días o más de cambio alimenticio. Luego me planteé continuar más tiempo y, “causalmente”, empecé a notar ciertos cambios en mí pasados los dos meses, como sentirme más ligero, con menos molestias en mi espalda -de las cefaleas ya ni hablar- y con más y mejor energía.

Fue en alguno de esos momentos en los que me dije a mí mismo que si me sentía agradecido por los cambios que ahora experimentaba, debía mostrarlo aportando algo a los demás y “pagar” ahora el precio por estar logrando mi felicidad. De la misma forma que les propongo que hagan si la han alcanzado o cuando lo consigan.

Gracias a Tony Robbins abrí mi mente y mi espíritu a un nuevo mundo de inimaginables posibilidades. Surgieron mis ideas de escribir mi primer libro; surgieron las canciones, con su letra y su música fruto de una inspiración que parecía que se había dormido para siempre; despertaron en mí sueños dormidos que habían estado esperando su momento para empezar a vivirlos de nuevo.

Por eso, y muchas cosas más, voy a volver a ver a Tony Robbins el próximo Mayo en Londres. ¿Por qué no se atreven y hacen de sus vidas una nueva y maravillosa experiencia reinventándose a ustedes mismos? ¿Por qué no acuden a descubrir su Poder Interior? Seguro que valdrá la pena todo cuanto hagas por salir de tu “zona cómoda” y desatar todo tu potencial.

Si vienes a Londres, estaré encantado de compartir contigo esa y otras maravillosas experiencias que seguro nos están esperando.

Con gratitud